En la literatura universal, por poner un ejemplo, los relatos que versan sobre este sentimiento universal, son tan variados como antiguos. Así por ejemplo, ya en las Metamorfosis de Ovidio se nos presentan diferentes maravillosas historias de amor, donde las parejas deben enfrentarse a situaciones muy diversas. Desde la historia de Orfeo y Eurídice, en la que este debe bajar al mundo de las sombras en busca de su amada que ha muerto tras ser mordida por una serpiente, hasta el caso de Píramo y Tisbe, en que se relata la historia de un amor desgraciado, después de haber sido un amor prohibido (tema que nos recuerda a la historia de Romeo y Julieta, por todos bien conocida), o el caso de historias de grandes amores de la literatura como son las de Ulises y Penélope, Dante y Beatriz o la adoración de Petrarca hacia Laura.

Creo que cada uno de nosotros, en cierto modo, nos sentiremos o nos habremos sentido en algún momento, identificados con uno de estos personajes. Todos nosotros habremos sido un Petrarca, donde el amor se nos presentaba como una hoja de doble filo: gozo y alegría, pero al mismo tiempo dolor. Otros por su parte se sentirán más identificados con Ulíses y Penélope, donde se describe la paciente espera de una mujer a su marido sin perder la esperanza ni la fidelidad.

Pero realmente, ¿cómo surge el amor? Las personas somos seres sociables, lo que significa que necesitamos de los demás para nuestro desarrollo, lo que hace que tanto ellos, como nosotros, nos influyamos mutuamente.

Lo que normalmente surge primero es una atracción, que se da por una interacción entre las características de la otra persona y nuestra apreciación de esos rasgos. Lógicamente nunca nos podremos sentir atraídos por una persona que nos resulte desagradable. Nos enamoramos a través de los sentidos. Codificamos determinados elementos que hay en la otra persona como elementos que nos enamoran. En realidad, nos enamoramos de aspectos de nosotros mismos que vemos reflejados en la otra persona (miradas, gestos, formas de decir las cosas, maneras de tocar, etc.)

Las causas para esa atracción son muy variadas, pueden deberse a una simple proximidad entre ambas personas (por compartir el lugar de trabajo, residencia etc.), a la simple atracción física, a las expectativas que nos hacemos de su personalidad que nos lleva a sentirnos más o menos cómodos en su presencia o simplemente por el hecho de que esa persona se asemeje bastante a uno mismo (ya sea en valores, intereses etc.).

Las formas de elección de una pareja han variado notablemente, históricamente en muchos casos, tendían a tenerse en cuenta consideraciones tales como la similitud en el origen social, nivel económico, familia etc. Este tipo de razones sin embargo sí que siguen vigentes en otras sociedades, incluso en algunos casos en la nuestra.

Hoy en día las separaciones o divorcios matrimoniales son mucho más frecuentes que hace unos pocos años, sin embargo, no por ello debe considerarse que sea una decisión tomada a la ligera. Más bien diría yo, que se trata de una decisión muy meditada, ya sea por una o por ambas partes.

Esto atiende no solamente a razones sentimentales, sino que en una separación normalmente van incluidos diferentes elementos y personas que han rodeado a esa pareja, ya sea una casa, un grupo de amigos, una situación económica y por supuesto la razón más importante unos posibles hijos fruto de esa relación.

Este cambio cuantitativo de separaciones se debe a causas más o menos conocidas, como puede ser el hecho de que el número de mujeres que económicamente dependen de sus maridos es mucho más bajo hoy en día, que la oposición o recelo familiar y religioso sea mucho menor (salvo algunos casos), el aligeramiento de los trámites legales y que normalmente el hecho de permanecer juntos no va en beneficio de los hijos etc.

Por estas relaciones tan cercanas que establecemos los individuos, nos vemos muy afectados por todo lo que nos rodea, ya sea bueno como malo. De esta forma, cuanto más entregamos en una relación, cuanto más nos preocupamos por alguien, más fuertemente nos influirá todo lo que a este le suceda, nos toque directamente o no. En definitiva son este tipo de relaciones las que mayores alegrías y tristezas nos dan a lo largo de nuestra vida.

0 comentarios

Publicar un comentario