Muchos tenemos arraigado emociones que se manifiestan de acuerdo a la acción de los estímulos, sean externos o internos que hacen que se emanen, originando muchas veces resultados positivos o negativos de acuerdo a su incentivación.
De ahí, la importancia de evaluar los estímulos y como estamos preparados para autogestionar, manejar adecuadamente las emociones de tal forma que nos favorezcan en nuestro crecimiento personal, que le den paso a sentimientos positivos, que garanticen una buena conducta, comportamiento.
La turbulencia del panorama actual origina una serie de emociones en los individuos que se ven reflejadas en las organizaciones y en la sociedad en general. En tanto que las emociones son el motor de la acción y ésta puede ser positiva o negativa, y de diferente intensidad, esas emociones y los comportamientos que las pueden suceder imprimen en la organización características diversas, que pueden ser favorables: acompañando o promoviendo el crecimiento, o adversas: frenando o impidiendo el crecimiento.
Nos agrega, que la intensidad de una emoción no es un tema menor. Por ejemplo, el estado de alegría puede ser positivo mientras sea el motor motivacional en la realización de proyectos, sin embargo, si éste rebasa los niveles normales hasta convertirse en euforia, puede ocasionar una pérdida de objetividad y caer en imprudencia. O en la temerariedad. Otra de las emociones más comunes y representativas de esta época, por el alto nivel de incertidumbre en el que vivimos, es el miedo, que de manejarse positivamente, genera respuestas inteligentes, pero si se presenta en exceso produce una parálisis parcial o total de las acciones del individuo.
También se puede tomar el caso de la ira, un sentimiento que experimenta el individuo como resultado de frustraciones y que puede manejarse desde un punto de vista positivo para alcanzar los objetivos de desarrollo personal e incluso organizacional; sin embargo, cuando la ira deja de ser transitoria, o se reprime y se convierte en resentimiento, genera conflictos interpersonales que afectan negativamente el desarrollo de la organización.
Comenta además, que entrenarse en el desarrollo de las aptitudes emocionales permite desarrollar la capacidad de manejar las emociones idóneas para cada acción y regular su manifestación, manteniendo el equilibrio emocional; transmitiendo estados de ánimo para generar actitudes y respuestas positivas; aprendiendo a evaluar el costo emocional de situaciones y acciones; desarrollando destrezas sociales, forjando y manejando relaciones con clientes, proveedores, colegas, etc.; realizando un plan de aplicación en el terreno de nuestra esfera de influencia empresarial y laboral, extendiéndolo a la vida familiar y social.
Expresa Goleman: "las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas, ser eficaces en su vida y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad".
De hecho, la estructura emocional básica puede ser modificada mediante una toma de conciencia y cierta práctica: los circuitos neurológicos involucrados pueden alterarse o reforzarse con la repetición de ciertos hábitos. Allí se abre una oportunidad única para desarrollar la Inteligencia Emocional: la infancia y la adolescencia son dos momentos críticos. Pero en la madurez la mayoría de las personas pueden educar con ventaja sus emociones. El aprendizaje es capaz de modelar, en definitiva, algunos aspectos importantes de la realidad emocional individual y colectiva.
Definitivamente, uno debe sorprenderse como ha estado manejando sus emociones, pues ya hay experiencias vividas al respecto, ya se deben haber evaluados aquellas que han conllevado a resultados positivos y negativos, determinándose las causas que la han generado. Corregido todas aquellas que le han dado paso a reacciones que no nos han favorecido en nuestro crecimiento, así como en lo que hemos originado a los demás, ya sabemos cuáles son aquellas emociones que bien administradas, manejadas nos han conllevado a optimizar nuestras relaciones con quienes nos toca actuar diariamente en el escenario donde convivimos.
Es muy válido recordar, que las emociones pueden guiar todas las actitudes de nuestra vida hacia pensamientos y hábitos constructivos, que mejoren en forma absoluta los resultados finales que queremos alcanzar, simplemente no hay que descuidarlas y siempre manejarlas. Nunca que ellas nos manejen a nosotros.

Fernando Linares.

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