El ser humano ha entrado en un ritmo de actividades que muchas veces lo supera. Este factor se ha incrementado desde el siglo XX y sigue creciendo cada vez más rápido. Muchas veces olvidamos quienes somos y tomamos el rol de máquinas en continuo movimiento. Otras simplemente actuamos de manera automática sin darnos cuenta y hacemos solamente a lo que se espera que hagamos. Por eso es frecuente escuchar en pláticas una competencia a ver quién se estresa más.

Se llama estrés a un estado de alteración nerviosa que surge de la impaciencia, angustia o incluso de la impotencia por cumplir o no cumplir con lo que consideramos necesario o urgente en nuestra vida cotidiana o en eventos extraordinarios.
Nos estresamos cuando hay que llegar a tiempo al trabajo, tener la comida lista a cierta hora, recoger a los niños de la escuela después de ir al mercado, llegar a tiempo a la cita del dentista, cuando hay mucho tráfico, cuando el jefe nos exige demasiado, etc. El estrés es estar en competencia con el reloj y el mundo exterior que nos impiden lograr nuestras metas a tiempo.
La influencia negativa de la prisa.

Yo sé que tengo que levantarme temprano, desayunar en 10 minutos, salir a tomar un autobús, entrar al tráfico esperando no llegar tarde a verificar la tarjeta de entrada para que no me llame la atención el jefe de personal, trabajar toda la mañana, comer en una hora y regresar a tiempo al trabajo hasta la hora de salida. Apurarme para llegar a tiempo al dentista y haciendo milagros, llegar a casa antes de que se duerman los niños para decirles que tienen un papá que existe y que los quiere mucho y eso sí, con ganas solamente de acostarme a dormir y que nadie me moleste. Y al día siguiente es lo mismo y así pueden pasar los años. Esto es más o menos la vida cotidiana de muchas personas. La pregunta sería ¿cuál es la razón por la que se hace todo esto? ¿Hay alguna razón válida y que sea buena para él y para su entorno? La utilidad para el entorno es lo que se llama validez ecológica.

Los grados de estrés.

El grado de estrés que esta persona esté sufriendo depende de su respuesta. Su respuesta podría ser: “No sé hacer nada mejor. No tengo opción. Tengo que comer y dar de comer a mi familia”. Estas respuestas permiten que la persona continúe estresándose ya que no tiene un sentido válido que la aliente a seguir adelante. Se ha convertido en una máquina. Si por el contrario la respuesta es: “tengo ganas de salir adelante para dar a mi familia lo mejor y que mis hijos puedan tener una educación superior a la mía. Este trabajo es pasajero ya que estoy buscando uno que me dé mejor calidad de vida”. Esta persona va a sufrir de menos estrés ya que cuenta con un objetivo que es bueno y válido para ella.
Todos sufrimos un grado de estrés y eso es ineludible y hay que recordar que nuestra salud depende del grado de estrés que suframos cotidianamente. Por una parte hay estrés que está bajo control, es decir, que tenemos recursos para poder manejarlo. Con recursos me refiero a la paciencia, la flexibilidad, la decisión, la seguridad o algún otro. Por otra parte, hay estrés que está fuera de nuestro control y por lo tanto no contamos con recursos adecuados para el adecuado manejo. Aquí es donde entra la Terapia cognitivo-conductual, para aprender a salir de esta clase de estrés. Dado que este modelo de terapia cuenta con herramientas que pueden ayudar a controlarlo y reducirlo ya que de lo contrario el estrés puede quebrar nuestra salud. Sea en las formas de estrés agudo y crónico.

El estrés provoca reacciones neuroquímicas y musculares. Entre ellas merece destacarse un desgaste extra de energía y por lo tanto el sistema inmunológico baja sus defensas. Lo cual puede generar un conjunto de enfermedades, desde la cefalea hasta la hipertensión. Por mencionar solamente dos de las más frecuentes. Sin embargo debemos saber que la respuesta al estrés se encuentra en nuestros pensamientos y emociones. ¿Qué te dices al levantarte todas las mañanas? ¿Cuáles son tus pensamientos durante el día y ante lo que tienes que hacer?
Mente y estrés.

El proceso mental hacia el estrés es causado por las siguientes razones:
**Perder de vista el objetivo ecológico (bueno para mí y para los demás) de lo que hago.
**La obligación en vez del placer. Ignorar la parte buena que siempre existe
** “dicción” a la adrenalina
**Olvido de la vida interior y de la vida espiritual.
**Ser un esclavo del mundo exterior (material)
**Caer en la actividad automática. No escuchar al cuerpo. Incapacidad de relajarse
**El ser negativo: siempre hay un “pero”.
**Sufrir la vida en lugar de vivirla.

Práctica para el manejo del estrés.

Puede ser útil el siguiente ejercicio:
*Piensa en la situación que te provoca estrés y obsérvala como si fuera una película, mírate a ti mismo en ella, escucha lo que te dices o lo que oyes, respira y siente en tu cuerpo lo que esta situación te provoca.
*Viéndote en esta película, ¿cómo te gustaría desenvolverte en esta situación que te estresa?
*¿Qué harías diferente?
*¿Qué recurso (paciencia, disciplina, decisión, seguridad, tolerancia, flexibilidad o algún otro) necesitas para esto?
*¿Qué opciones tendrías con este recurso en ti?
*Cierra tus ojos, respira profundamente y siente lo que es tener este recurso en ti.
*¿En qué parte de tu cuerpo lo sientes principalmente? Toca esta parte de tu cuerpo
*Simboliza este sentimiento pensando, este sentimiento es como…
**Ahora manteniendo tu mano en esta parte de tu cuerpo y respirando profundamente, vuelve a pasar la película de tu situación estresante pero con la diferencia de que ahora tú tienes en ti tu recurso simbolizado. Vuelve a respirar profundamente y observa qué pasa, cómo se modifica la escena y cuáles son tus sensaciones.

Elabora una frase en positivo, tiempo presente simple y afirmativo para ilustrar tu objetivo y poder manejar esta situación proactivamente (recomendamos leer las notas publicadas en “CIUDADANO”, a este respecto). Por ejemplo: “yo soy paciente cada vez que…”
Este ejercicio tendrás que repetirlo en varias ocasiones hasta que tu mente aprenda que hay otra manera de responder en esta clase de situaciones.
Recuerda que siempre que estés dispuesto, un cambio de actitud ayudará a lograr manejar situaciones que estresantes. También, siempre tener en cuenta, que hay que modificar las pautas inflexibles, repetitivas y negativas del estilo de vida.

1 comentarios

  1. Anónimo // 8 de abril de 2009, 21:20  

    Dr. Linares:
    Siempre sus escritos me generan interrogantes, es decir cuestionamientos sobre mi vida cotidiana. Considero que es positivo pararme, reflexionar y modificar o no mis actividades, mis formas de reaccionar y de relacionarme.
    Con este artículo en particular, sucedió que todas las preguntas que me surgieron comenzaron con "¿para qué?". Sorprendentemente, las respuestas no fueron porque "necesito", "quiero" o "me gusta" sino que todas estuvieron relacionadas a demandas sociales, por ej.: "hago X maestría para que mi curriculum no quede desactualizado... y básicamente no quedar fuera del sistema laboral". Pero no me gusta, no disfruto los fines de semana con mis hijos y es uno de los tantos elementos que hacen que por lo general esté apurada.
    Por supuesto que sólo a partir de un texto -excelente, por cierto- no voy a dejar la maestría (obvio que es un ejemplo bastante impersonal para escribir en un blog) pero valoro la posibilidad facilitada por Ud., como decía al comienzo, de pararme, reflexionar a conciencia y cambiar.
    Concluyendo, sus artículos son claros y concretos. Cada persona puede darle la profundidad y utilidad que considere pertinente.
    Muchas gracias.

Publicar un comentario