La ansiedad nos indica que se debe estar vigilante frente a posibles amenazas, y de esta manera asumir mecanismos de prevención. El miedo o el temor tienen un mecanismo parecido, frente a una situación entendida y conocida; generalmente es de origen externo y de alguna forma se puede neutralizar con acciones específicas sin generar mayores conflictos. En la ansiedad la amenaza no es conocida, el origen es interno, impreciso y derivado de conflictos, quizás de larga data.
El miedo y la ansiedad provocan reacciones emocionales que medidas en el tiempo las consideramos de tipo agudo, como hay –también- una ansiedad crónica. De todas maneras podríamos pensar que ambas situaciones reproducirían fenómenos de tipo adaptativo funcional que conducirían a maniobras protectoras para la integridad vital. Estas maniobras serían las medidas que se toman para evitar, prevenir o reducir las secuelas, efectos o resultados de algún “peligro” ya sea en el momento o en el futuro. Este “peligro” lo he designado así por su apariencia de real o de fantasiosa. De alguna manera hacen ejecutar acciones para alejarnos o fortalecernos ante lo que consideremos peligroso. El temor que surge hacia una enfermedad nos hace tomar las consideraciones y precauciones adecuadas como así mismo el estar cara a cara a la posibilidad de un daño corporal o a la advertencia de situaciones de inseguridad social o de cualquier otra índole que nos permite alertarnos y prevenirnos. Son como seguros de vida.
En esta nota quisiera mencionar los aspectos positivos que ejercen la ansiedad y el miedo. No siempre los vamos a observar como negativos. Únicamente cuando cumplen funciones desadaptativas (temores excesivos y persistentes) serían patológicas y merecerían ser objeto un tratamiento específico.
De esta manera logramos prevenirnos y prepararnos ante situaciones futuras cuando el miedo y la angustia ejercen papeles de alerta. Estudiar para presentar un buen examen; medir el tiempo preciso para ordenar el equipaje y no extraviar el boleto de viaje obteniendo la tranquilidad de una confortable excursión; evitar el recorrido por lugares donde no existan condiciones de seguridad, son algunos de los innumerables ejemplos que tenemos para mencionar los artilugios “sanos” de la ansiedad y el miedo.
Muchas de las emociones humanas como las mencionadas, son importantes para el equilibrio intrapsíquico o intrapersonal (originados internamente) e interpersonal (originados externamente) permitiendo un mejor desarrollo en el desenvolvimiento individual. Vistas de esta forma, es interesante destacar como el miedo y la ansiedad primariamente son molestos, pero secundariamente proponen apacibilidad o aplacamiento.
La enfermedad ocasionada por estos trastornos está conducida por la potencia y duración tanto subjetiva como objetiva, desequilibrada de la ansiedad y el miedo, que se convertirían en los enemigos “internos” y que particularmente los tenemos como temas no valorados en su complejidad. Es por esto que algunas veces los podamos aceptar y reconocer sus justas intenciones. No todo es malo, se trata de ponderar las características, ante que aparecen y la duración de la ansiedad o del miedo..


Fernando Linares.

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