El ser humano puede obtener placer -más o menos- de cualquier cosa. Edgar Morín considera que los espectadores de cine que son capaces de cooperar con las películas que ven combinan intrayección (empatía por los personajes) y proyección (experiencias más o menos vividas, transplantadas en la historia que se desarrolla ante ellos). El cine, como tecnología visual, ofrece la posibilidad de explorar la experiencia de acercamiento al “otro”, gracias al proceso de identificaciones que todo espectador ha de realizar frente al film. Un elemento que va a ser de significativa ayuda para comprender la influencia del cine en los seres humanos es la existencia de las neuronas de espejo, con las que estamos biológicamente equipados para la empatía y la compasión, para romper las barreras que nos separan de los otros y sentir como ellos. Este grupo neuronal identificado por Giacomo Rizzolatti, de la Universidad de Parma (en una zona cercana al área de Broca), es un sistema que podría considerarse clave para nuestra condición como seres sociales, en los procesos de aprendizaje, la comprensión de trastornos tan complejos como el autismo e incluso en la evolución del lenguaje. El sistema de neuronas de espejo, se pone en funcionamiento cuando ejecutamos una acción, y vemos que alguien realiza el mismo movimiento. Su actividad, implica el reconocimiento de la intencionalidad de otros individuos. Forman la base de la comunicación intencional. Permiten imitar las acciones y entenderlas y proveen una manera de hacer esta distinción y reaccionar de manera apropiada. Se piensa que estas células nerviosas podrían albergar una íntima relación con la empatía, con la capacidad para imitar al prójimo y con la habilidad de nuestra mente para “mirar” la mente de los demás. Así, cuando un individuo ve a alguien tomar una pelota, su cerebro la “toma” también y vive todo el proceso de lanzarla como si realmente lo estuviera haciendo. Ahora bien, el sistema del espejo no se detiene en los movimientos, sino que también refleja aspectos más sutiles del comportamiento, como son las emociones y demuestra que verdaderamente somos seres sociales. Sobrevivir socialmente supone saber ponerse en el lugar del otro, competencia de la que carecen los autistas. “Nos ponen en el lugar del otro, pero no de forma abstracta”, dice Rizzolatti, sino sintiendo como él otro, lo que explica nuestra fácil identificación con las grandes historias de amor, como “Casablanca”, (1942) de Michael Curtiz.
Mirar un film no es tanto descubrir los significados que el director ofreció a través de la película, como la producción de “sentido” por los espectadores. Numerosos experimentos han demostrado que la gente tiene tendencia a imitar de forma inconsciente los movimientos de los desconocidos porque esta especie de empatía motora facilita las relaciones y la aceptación mutua. Las emociones sociales como la culpa, la vergüenza, el orgullo e incluso la humillación se reflejan en las neuronas espejo. Tenemos un sistema que resuena porque el ser humano está concebido para reaccionar ante los otros. Sin embargo, eso precisa de la conciencia. Sin la consciencia de uno mismo y del otro no es posible ponerse en el lugar del otro. Al igual que ocurre con la empatía, también en este caso hay personas con mejores antenas que otras para captar a los demás, siendo presumiblemente su sistema de espejo más activo. Lo esencial en toda representación realista es que el espectador tenga la sensación de que si fuese él situado en las mismas circunstancias, actuaría exactamente igual, sea en para bien o para mal. Las debilidades del personaje deben ser humanas porque así los espectadores pueden reconocer las suyas propias en ellas de modo que cuando el personaje actue heroicamente, se sientan también capaces de identificarse con él. El cine es universal no en el sentido del “ocurre necesariamente a todos”, sino en el de “podría ocurrirle a cualquiera”.
*Conclusiones.
El cine es un elemento muy importante para la difusión actual de la cultura, la creación de actitudes públicas y de ideas sobre la ciencia y sociedad en general. Permite observar la vida como un todo. Moviliza al intelecto, al afecto y a varios sentidos a la vez, y a través de la empatía que se construye entre el espectador y las vivencias de los actores, es capaz de facilitar una mejor comprensión del ser humano. Para aprovecharlo en plenitud, sin embargo, es necesario adquirir una buena formación para aprender a ver y distinguir lo real de lo accesorio y a descodificar el significado que tienen las imágenes. El esfuerzo por la búsqueda de la verdad y la universalidad no claudica con la llegada del cine. Por el contrario, se refuerza a través de éste y de otros lenguajes y manifestaciones de la expresión humana. El cine nos permite conocer mejor el mundo. Además de conocer mejor las características de la condición humana.
0 comentarios
Publicar un comentario