La vida privada es sinónimo de intimidad. La intimidad, es un bien que se tiene. Al respecto, el diccionario de la Real Academia define intimidad como “zona espiritual, íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia.” Esta zona reservada de la persona humana y de la familia la protege en forma clara el artículo citado al prescribir que “Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar”.
La capacidad para la verdadera intimidad, se basa por encima de todo, en la confianza en uno mismo y en el valor que cada cuál tiene como ser humano único.
Dice, que la única forma para desarrollarla consiste en ser absolutamente honrados con nosotros mismos, sobre quiénes somos, sin juicios de valor y sin el deseo de cambiarnos para encajar en los ideales de otras personas. Desafortunadamente, la mayoría de nosotros vivimos inmersos en la ilusión de que la fuente de la intimidad se encuentra en la relación con otro especial en nuestra vida, y si no hemos desarrollado la suficiente confianza en nosotros mismos, vamos en busca de ese otro especial en el que depositamos la esperanza de recibirla.
Se indica además, que la intimidad no es algo que podamos encontrar fuera de nosotros mismos.
El hombre intuye que merece un respeto especial, distinto del respeto que merecen todos los demás animales que habitan la Tierra. Cuando un hombre está a solas consigo, cuando consigue callar al mundo, descubre que en el fondo de sí mismo, en lo más íntimo se encuentra la imagen de Dios, porque lo creó a su imagen y semejanza.
El hombre es, en primer lugar, persona. El hombre es digno antes que útil o productivo, o rentable o bello o apetecible. El hombre es respetable por sí mismo, por el sólo hecho de ser persona. Este sí mismo de cada persona es lo que significa su intimidad personal, su propia existencia. Cuanta más rica es la personalidad más amplia y profunda es la intimidad de una persona y, por tanto, más profunda y más fuerte es la conciencia de su propio valor y la necesidad de su protección.
La intimidad o privacidad no posee fronteras definidas y posee diferentes significados para distintas personas. Es la habilidad de un individuo o grupo de mantener sus vidas y actos personales fuera de la vista del público, o de controlar el flujo de información sobre si mismos. Capacidad que no todo el mundo tiene, o es torpemente violada para caer en el exhibicionismo. Basta las declaraciones de gente de la farándula, par comprobar lo referido.
La intimidad a veces se relaciona con anonimato a pesar de que por lo general es más preciada por las personas que son más conocidas por el público. La intimidad puede ser entendida como un aspecto de la seguridad, en el cual el balance entre los intereses de dos grupos puede ponerse en evidencia.
El derecho contra la invasión a la intimidad por el gobierno, corporaciones o individuos está garantizado en muchos países mediante leyes, y en algunos casos, la constitución o leyes de privacidad. Casi todos los países poseen leyes que en alguna medida limitan la privacidad, por ejemplo las obligaciones impositivas normalmente requieren informar sobre ingresos monetarios. En algunos países la privacidad individual puede entrar en conflicto con las leyes que regulan la libertad de palabra, y algunas leyes requieren el hacer pública información que podría ser considerada privada en otros países o culturas.
La intimidad significa quedarse al descubierto ante un desconocido, y todos somos desconocidos: nadie conoce a nadie. Somos desconocidos inclusos para nosotros mismos, porque no sabemos quienes somos.
La intimidad te aproxima a un desconocido. Tienes que quitarte todas las defensas, porque solo así es posible la intimidad. Pero de eso tienes miedo: si te quitas todas las defensas, todas las máscaras ¿quién sabe que hará contigo el desconocido? Todos escondemos muchas cosas, no solo de los demás sino de nosotros mismos. Porque nos han educado con falencias. Con toda clase de represiones, inhibiciones y tabúes, Y el temor consiste en que con un desconocido- no importa haber convivido con esa persona treinta o cuarenta años: nunca deja de ser un desconocido- resulta más seguro mantener ciertas distancias, ciertas defensas, para que no se aprovechen de tu debilidad, de tu vulnerabilidad. A todo mundo le da miedo la intimidad.
Pero le da un “toque” muy especial a nuestra vida. Debemos defenderla. Pero aún así saber que somos (y debemos ser siempre), responsables de nuestros actos. Aún los efectuados en la intimidad.

Fernando Linares

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