Investigaciones incluyen las bases neurobiológicas de la empatía, la simpatía, la ansiedad personal, la toma de perspectiva, la regulación emocional y el razonamiento moral implícito, en participantes sanos así como en personas con trastornos del la conducta social En una serie de estudios recientes de resonancia magnética funciona y magnetoencefalografía, Decety y sus colaboradores, han demostrado que cuando niños o adultos observan otras personas que padecen dolor, se activan los circuitos neuronales asociados a la experiencia en primera persona del dolor. Esta resonancia cerebral básica juega un rol crítico en las bases de la empatía y el razonamiento moral, que se basa en la capacidad de experienciar y compartir la angustia del otro. Estos resultados son importantes pues evidencian el rol del cerebro en la respuesta de dolor y pueden ayudarnos a comprender a niños que tienen trastornos de conducta disocial (ej., Trastorno antisocial de la personalidad y trastorno disocial) y que habitualmente tienen ausencia de la experiencia de culpa y, también ausencia de empatía. La investigación actual explora los mecanismos neuronales subyacentes a la función y disfunción de la empatía y su expresión en individuos con distintos grados de tendencias psicopáticas, incluidos psicópatas encarcelados. Para ello se han utilizado sofisticadas as que incluyen métodos de resonancia magnética estructural e imágenes de difusión; análisis de la mirada y pupilometría, medidas del sistema nervioso autónomo y respuestas conductuales.
Los zapatos del otro.
Por otra parte se ha observado, por ejemplo, que un determinado tipo de neuronas, las neuronas espejo, se activan solamente cuando el mismo acto que realiza un primate es efectuado por otro, que es observado por el primero. De forma análoga, en los humanos se activa la misma área cerebral en el curso de una emoción observando a otra persona en el mismo estado emocional.
Así pues, la empatía describe la capacidad intelectiva de una persona de vivenciar la manera en que siente otra persona; ulteriormente, eso puede llevar a una mejor comprensión de su comportamiento o de su forma de tomar decisiones. Es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Como tal es un sentimiento cuyo desarrollo requiere una cierta clase de inteligencia. Quienes padecen autismo, síndrome de Asperger o determinadas psicopatías ven muy mermada esta capacidad cognitiva; por el contrario, quienes ejercen un liderazgo de carácter altruista suelen estar caracterizados por el amplio desarrollo de esta capacidad. Los estudios demuestran que esta capacidad suele darse más a menudo en el género femenino de la especie humana, quizá por el hecho biológico de tener hijos y cuidarlos, aunque no es privativa del mismo.
Las personas con empatía son aquellas capaces de escuchar a los demás y entender sus problemas y motivaciones; por eso poseen normalmente alto reconocimiento social y popularidad Dado que se anticipan a las necesidades antes incluso de que sus acompañantes sean conscientes de ellas y saben identificar y aprovechar las oportunidades comunicativas que les ofrecen otras personas. Esta capacidad se extiende entre especies, permitiendo al sujeto empático una mejor interacción incluso con los animales; inversamente, algunos animales poseen también esta capacidad, como el delfín. Ciertos animales domésticos que han tenido un largo trato con el hombre, han desarrollado la función cerebral e interpersonal que es la empatía.
Nuevos estudios permiten suponer que existe una relación entre la imitación o simulación del comportamiento y la capacidad de empatizar; incluso en el mundo animal se investiga la capacidad de empatizar como un posible avance en la evolución, al posibilitar relaciones de cooperación o simbiosis. También es frecuente la empatía hacia animales e incluso seres vivos de otras especies.
En el uso común, es la actitud de estar completamente disponible para otra persona, omitiendo la parte de nuestras preocupaciones, sentimientos y pensamientos personales ajenos a ella, para ofrecerle nuestra plena atención. Se trata de ofrecer una relación de calidad, fundada en un escuchar no valorativo, en el cual concentramos la comprensión de los sentimientos y necesidades fundamentales del otro. En profesiones como el trabajo social, la medicina o la enseñanza, donde se requiere mucha empatía, el ejercicio continuado de la misma suele provocar su degradación, el cansancio o desgaste emocional, el síndrome del quemado o síndrome de burn-out. Por otra parte, existen los alexitímicos (personas incapaces de expresar los propios sentimientos y de percibir adecuadamente los de terceros) y los elementos antisociales o psicópatas, quienes guardan poca o ninguna consideración por los sentimientos ajenos y pueden más bien, en muchos casos, manipularlas en su propio beneficio.
La empatía denota, a un nivel de descripción fenomenológico, un sentido de similitud entre los sentimientos que uno experiencia y los expresados por otros, sin confundir la subjetividad propia con la ajena. La empatía permite rápida y automáticamente experienciar los estados emocionales de nuestros pares, lo cual es esencial para la regulación de la interacción social. En las teorías del desarrollo moral, la empatía es a menudo considerada una motivación fundamental en el desarrollo del altruismo y la inhibición de la agresión. Los déficits o la pérdida de la empatía son características prominentes de varias psicopatologías. Entre ellas las personalidades psicopáticas. El psicópata no sufre el dolor ajeno, o incluso goza con el mismo. No ha desarrollado, ni podrá desarrollar el vínculo empático. Por eso tiene incapacidad radical y primaria para amar.
La percepción del dolor de otras personas ha resultado de particular importancia para las investigaciones acerca de los mecanismos neuronales que subyacen a la empatía.
El dolor es una ventana a través de la cual se puede obtener una visión detallada de los mecanismos cognitivos y neurofisiológicos de la empatía y la simpatía. La percepción del dolor de otros constituye una forma ecológicamente válida de estudiar los mecanismos subyacentes a la empatía por dos motivos principales:
** Primero, la mayoría de los humanos saben que es el dolor- es una experiencia común y universal y conocen cuales son sus manifestaciones físicas y psicológicas;
** Segundo, hoy en día se dispone de mucha información acerca de las vías neurofisiológicas involucradas en el procesamiento de la información del dolor, y lo que siente una persona normal cuando ve (y comparte) el dolor ajeno.
Este co-sentir permite el mapeo ya la comprensión de las claves afectivas de los otros, con la propia conducta y experiencia del sí mismo. Se argumenta que dependiendo del grado de solapamiento de la “matriz de dolor”, y de las complejas interacciones entre los estados disposicionales, la motivación, la regulación contextual, y la autorregulación, se puede experienciar angustia personal (ej., motivación auto-dirigida) o empatía disposicional (ej., una respuesta orientada al cuidado o apoyo a los otros). La empatía, ese ponerse en los zapatos del otro, no sólo es comprensión social o interpersonal, es sentirse tocado por el compartir auténticamente lo que le pasa al otro.

1 comentarios

  1. Anónimo // 22 de septiembre de 2009, 16:45  

    CORDIAL SALUDO.
    Excelente articulo. coincide su concepcion de empatia social con un trabajo de investigacion para optar por el titulo de Mgr. en Educacion en la Universidad de santo tomas en Bogota.
    Por ello, me gustaria citarlo, pero necesito, por favor, una fuente cientifica como un articulo o un capitulo de algun libro de su autoria. Seria un apoyo inmenso.

    MUCHAS GRACIAS
    JULIO CESAR MURCIA PADILLA
    BOGOTA, COLOMBIA
    jcmurciap@libertadores.edu.co
    juliocesarmurcia@hotmail.com
    juliocesarmurcia@gmail.com

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