Malgastamos mucho el tiempo, en no prestar atención, en lo importante que es saber manejar nuestras energías, nuestras capacidades que se nos han legado, en estar atentos y sorprendernos. Lo miso que tan auténtico nos mantenemos y no nos hemos dejado contaminar por la persuasión que otros puedan generarnos.
Daniel Goleman nos hace referencia sobre el “fluir” de los trabajos de Mihaly Csiksszentmihalyi, psicólogo de la Universidad de Chicago que durante dos décadas de investigación ha reunido testimonios de desempeño óptimo. A ése respecto cuenta el caso de Diane Roffe Steinrotter, que obtuvo una medalla en esquí en los juegos olímpicos de invierno de 1994, quién comentó que al concluir su participación en una carrera de esquí, que no recordaba nada salvo estar inmersa en relajación, pero en una acción concentrada:” Me sentía como en una cascada”. En un relajado contacto con la tarea específica ¿Cuantas veces se ha encontrado usted en ese estado? ¿Le prestó atención a ello, qué sintió?¿Cómo explicarlo?¿Se sintió cansado en realizar alguna labor con la que se identificaba plenamente?, sería algunas interrogantes que se podrían hacer.
Las emociones positivas.
Lo cierto es, que en el estado de fluir, las emociones no solo están contenidas y canalizadas, sino que son positivas, están estimuladas y ligadas con la tarea inmediata. Quedar atrapado en el aburrimiento y la depresión (como sucede muchas veces) o en la agitación de la ansiedad significa quedar excluido del fluir motivante de la existencia.
Sin embargo, el fluir (o un pequeño fluir más tenue) es una experiencia que casi todo el mundo tiene de vez en cuando, especialmente cuando alcanza el desempeño óptimo o llega más allá de sus límites que se establecieron al inicio. Desde luego, el fluir es un estado de olvido de si mismo, lo opuesto a la cavilación y la preocupación. La persona que se encuentra en un estado de fluir está tan absorta en la tarea que está realizando, que pierde la conciencia de sí misma y abandona las pequeñas preocupaciones - la salud, la economía, incluso la preocupación por hacer bien las cosas de la vida cotidiana. Justamente en este sentido, el estado de fluir se caracteriza por la ausencia transitoria del yo. Paradójicamente, la persona que se encuentra en este estado, muestra un perfecto control de lo que está haciendo y sus respuestas guardan perfectas sintonía con las exigencias cambiantes de la tarea. Y aunque la persona alcanza un desempeño óptimo mientras se encuentra en ese estado, no le preocupa como está actuando ni piensa en el éxito o en el fracaso. Lo que la motiva es el puro placer del acto mismo. El placer de contactar plenamente con lo que se está haciendo y hacer bien, a veces llegando a la excelencia. Es una presencia presente plena (PPP) con lo que se contacta, para su propósito y con lo que se está haciendo en pro de tal propósito.
La absorción en la tarea.
Cabe destacar la referencia que al respecto comenta Goleman, de un compositor que describe los momentos en que su trabajo alcanza el punto óptimo: “Uno mismo se encuentra en un estado de éxtasis, hasta el punto de que se siente de que casi no existe”. “He experimentado esto una y otra vez. Mi mano parece desprovista de mi propio ser y yo no tengo nada que ver con lo que está sucediendo. Simplemente me quedo sentado, en un estado de admiración y desconcierto todo fluye por si mismo” expresa Mihaly Csiksszentmihaly. Hacer en contacto pleno, produce una sensación de distorsión del tiempo, por ejemplo, no sabemos exactamente cuánto tiempo hemos consumido en hacer determinada tarea en forma de plena absorción en ella.
Lo cierto, que cuando la persona está ocupada en una actividad que lo capta y lo retiene, como probablemente le habrá sucedido a usted- su atención trabaja sin esfuerzo, su cerebro se tranquiliza, en el sentido de que se produce una disminución de la excitación cortical
No olvide, que una concentración esforzada- alimentada por la preocupación, produce un aumento de la activación cortical. Pero la zona del estado de flujo y del desempeño óptimo parece ser un “estado de plena calma” en la función de la eficiencia cortical, con un gasto mínimo de energía mental. Desde luego, los movimientos bien practicados exigen muchos menos esfuerzos cerebrales que aquellos simplemente se aprenden, o aquellos que resultan demasiados difíciles. Trate de que su cerebro funcione en su punto óptimo, de eficiencia, como en el estado de fluencia, en donde existe una relación precisa entre las zonas activas y las exigencias de la tarea. En este estado, incluso el trabajo difícil puede resultar refrescante o reparador en lugar de agotador. Ahí puede usted aprovechar realizar todas aquellas labores y aprender a crecer en pro de su felicidad.
Aprendizaje para los jóvenes.
El psicólogo de Harvard, Howard Gardner, al respecto, desarrolló la teoría de las inteligencias múltiples, en donde considera el estado de fluencia y los estados positivos que lo caracterizan, como parte de la zona más saludable de enseñar a los jóvenes, motivándolos desde el interior más que amenazándolos u ofreciéndoles una recompensa.
Se le recomienda facilitar en sus hijos, en sus alumnos, en usted mismo, ese estado de fluencia. Con la finalidad de alcanzar resultados positivos. Gardner advierte, que hay que hacer el aprendizaje más placentero, y lo que se espera que cuando los jóvenes alcanzan el estado de fluencia, es que gracias al aprendizaje se sentirán estimulados a aceptar desafíos en nuevas áreas. Cultive su estado de fluencia, no lo descuide, transite en él, manéjelo adecuadamente y notará como tiene otra percepción de su vida. Fusionarse con una actividad, dejarse absorber por ella y gozarla plenamente, perdiendo incluso la noción del tiempo es una experiencia muy especial.
Sintetizando el estado de fluencia es una experiencia especial de relajada paz, centramiento en la tarea, olvido de todo, posibilidad de vivenciar el tiempo con cierta distorsión, despreocupación por el resultado. Es como hacer jugando, casi por el simple placer de hacer y aprender.
Habría que ver si tal experiencia la pueden hacer con más facilidad los niños mayores, más cercanos a lo lúdico y con menores preocupaciones mundanas. Esta sería una investigación a desarrollar. Que pasa cuando los adultos se desprender de su rol y juegan con un determinado objetivo, tal como si fuesen niños? Creo que se facilita la risa y la espontaneidad. Recuerde si ha tenido alguna experiencia parecida a las referidas en esta nota.

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