Compartir y llevar a la práctica nuestras creencias y valores constituye el marco en el que nos movemos dentro de un grupo social y crea una unión entre los miembros de ese grupo.
Nuestro modo de actuar, de pensar viene marcado por las construcciones que tenemos en nuestra mente. Cuando hablamos de la realidad, lo que transmitimos, es aquello que nosotros creemos sobre esa realidad. Lo que experimentamos es reflejo de nuestras creencias.
Existe un problema que hay que solucionar: la creencia de que las cosas han de ser de cierta manera. Esto nos lleva a comparar situaciones con otros modelos. Si no estuviésemos comparando continuamente, las distintas situaciones serían soportables. Pero se sabe, también que comparar en extremo activa una zona del cerebro (el cíngulo), que aumenta los niveles de ansiedad. Las comparaciones las hacemos porque parejas opuestas constituyen nuestra experiencia. Pero, a pesar de esto, la creencia reconforta. Lo que hacemos es tratar de protegernos de aquello que pueda afectar a nuestras creencias y valores y, de esta manera, reforzarlos más.
Todo grupo social necesita compartir una serie de creencias y valores comunes para poder convivir, funcionar y dar sentido a sus acciones. El "no creer" no se puede practicar, ya que lo que en realidad sucede es que tenemos otra creencia que rechaza eso en lo que "no creemos". En muchas ocasiones lo que hay que hacer es modificar alguna de nuestras creencias para, de esta manera, modificar el entorno y así avanzar en el camino que nos hemos marcado.
Los valores que adoptamos provienen de nuestro entorno social, nuestra historia, nuestra cultura… En ocasiones adoptamos, por rebelión, los contrarios. Lo que sería absurdo, en ambas situaciones, es pensar que la adopción de valores no se ve influida por el entorno. Nuestros valores nos permiten actuar y juzgar a los demás y al mundo a través de los filtros deformantes de nuestros valores y preservar nuestra imagen de marca o máscara de nuestra personalidad. Cuando ya hemos escogido de verdad nuestros valores, se puede dar el caso de que volvamos a escoger aquellos que, en un primer momento, escogimos por rebeldía.
Aunque los valores y las creencias se mezclan y se mantiene mutuamente, los valores están más unidos a la moral, la ética y la deontología. Además, los valores poseen una fuerte carga emocional.
Los seres humanos necesitamos etiquetar todo y ofrecer y tener una imagen de marca. Estas etiquetas se pueden clasificar en dos grupos:

*las que nosotros ponemos.
*las que nos ponen los demás.


Comparar ambas etiquetas resulta muchas veces interesante y, en muchas situaciones, puede traer conflictos, incomprensión, frustración. Las imágenes de marca pueden pasar a ser trampas ya que, en ocasiones, representan formas de identificación con modelos culturales muy poderosos de los que a veces cuesta desprenderse.
Las imágenes de marca no son ni buenas ni malas, son útiles en un momento dado. El problema reside en que no las actualizamos lo suficiente.



0 comentarios

Publicar un comentario